“Tal interpretación no vendrá jamás a la mente de aquellos que lean atentamente la obra. Y sorprenderá profundamente a aquellos que han tenido la dicha de conocer al hombre. Nadie amó la verdad con un amor más ardiente. Nadie la buscó con más pasión. Una inmensa inquietud lo agitaba; y, de ciencia en ciencia, de la anatomía y la fisiología a la psicología, de la psicología a la filosofía, él iba, tendido sobre los grandes problemas, despreocupado del resto, negligente de sí mismo. Toda su vida observó, experimentó, meditó. Y como si no hubiese hecho lo suficiente, también soñaba, al adormecerse en su último sueño, soñaba con experiencias extraordinarias y con esfuerzos más que humanos a través de los cuales pudo continuar, hasta más allá de la muerte, trabajando con nosotros para el mayor bien de la ciencia, para la mayor gloria de la verdad.”
Henri Bergson
(“El pensamiento y lo moviente”)