“Si el lenguaje conduce a efectos ridículos, se debe únicamente a que es una obra humana, calcada con la mayor exactitud sobre las formas del espíritu humano. Hay en el lenguaje algo que vive de nuestra propia vida; y si esta vida del lenguaje fuese plena y perfecta; si no hubiese en él nada cristalizado; si el lenguaje, en suma, fuese un organismo completamente unificado, incapaz de fraccionarse en organismos independientes, no le alcanzaría lo cómico, como no le alcanzaría tampoco a una alma que tuviese una vida armónicamente fundida, tersa, semejante a la superficie de un agua serena. Pero no hay estanque en cuyas aguas no floten hojas secas; no hay alma humana sobre la cual no pesen hábitos que le comuniquen cierta tiesura y rigidez para consigo misma y para con los demás, no hay lengua, en fin, tan flexible, tan profundamente viva, tan presente en cada una de sus partes, que elimine lo hecho y pueda resistir a las operaciones mecánicas de inversión, transposición, etc., a que se la quiera someter, manejándola como si fuese una simple cosa. Lo rígido, lo hecho, lo mecánico por oposición a lo flexible, a lo vivo, a lo que está siempre cambiando; la distracción como lo contrario de la atención, el automatistmo, en fin, como contraste de la libre actividad, he ahí, en suma, lo que subraya la risa y lo que aspira a corregir.“
Henri Bergson