“Mas cabría preguntarse si el placer o el dolor, en lugar de expresar solamente lo que acaba de pasar o lo que pasa en el organismo, como se cree de ordinario, no indicarán también lo que en él va a producirse, lo que tiende a pasar en él. Parece, en efecto, bastante poco probable que la naturaleza, tan profundamente utilitaria, haya asignado aquí a la conciencia la tarea puramente científica de informarnos sobre el pasado y el presente, que no depende ya de nosotros. (…)
Si el placer y el dolor se producen en algunos seres privilegiados, es probablemente para autorizar por su parte una resistencia a la reacción automática que habría de producirse; o la sensación no tiene razón de ser, o es un comienzo de libertad. Mas ¿cómo habría de permitirnos resistir a la reacción que se prepara, si no nos diera a conocer la naturaleza de ésta por algún signo preciso? Y, ¿qué signo puede ser ése sino el esbozo y como la preformación de los movimientos automáticos futuros en el seno mismo de la sensación experimentada? El estado afectivo no debe, pues, corresponder tan sólo a las conmociones, movimientos o fenómenos físicos que han sido, sino también sobre todo a los que se preparan, a los que querrían ser.”
Henri Bergson