El arte

“¿Cuál es el objeto del arte? Creo que si la realidad viniese a herir directamente nuestros sentidos y nuestra conciencia, si pudiésemos entrar en comunicación inmediata con las cosas y con nosotros mismos, el arte sería nulo, o más bien todos seríamos artistas, porque nuestra alma vibraría entonces continuamente al unísono con la Naturaleza. Nuestros ojos, ayudados por la memoria, recortarían en el espacio y fijarían en el tiempo cuadros inimitables. Una mirada nuestra cogería al paso, esculpidos en el mármol viviente del cuerpo humano, fragmentos de estatua tan hermosos como los de la estatuaria antigua. Oiríamos como una música alegre unas veces y las más veces triste, pero siempre original, que cantara en el fondo de nuestra alma la melodía constante de nuestra vida interior. Todo eso se halla en torno de nosotros y en nosotros mismos, y sin embargo, nada de ello lo percibimos claramente. Entre la Naturaleza y nosotros, ¿qué digo?, entre nosotros y nuestra propia conciencia viene a interponerse un velo que es muy tupido para el común de los mortales y casi transparente para el artista y el poeta. ¿Qué hada tejió este velo? ¿Qué impulso la guió? ¿Fue la amistad o la malicia? Era necesario vivir, y la vida exige que percibamos las cosas en la relación que tienen con nuestras necesidades. Vivir es obrar. Vivir es obtener de los objectos la impresión util, y responder a ella por medio de reacciones apropiadas. Las demás impresiones tienen que oscurecerse o llegar a nosotros de un modo confuso. Miro y creo ver, escucho y creo oír, me estudio a mí mismo y creo leer en el fondo de mi corazón. Pero cuanto veo y cuanto oigo del mundo exterior, es simplemente lo que extraen de él mis sentidos para iluminar mi conducta. Lo que conozco de mí mismo es lo que afluye a la superficie, lo que toma parte en la acción. Mis sentidos y mi conciencia me aportan solamente una simplificación práctica de la realidad.”

Henri Bergson

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La risa

“Ved, por ejemplo, en un orador el gesto que rivaliza con la palabra. El gesto, celoso de la palabra, corre continuamente detrás del pensamiento y solicita servirle también de intérprete. Accedemos a ello, pero obligámosle entonces a seguir en todos sus detalles las evoluciones del pensamiento. La idea es algo que crece, rebrota, florece y madura, del principio hasta el fin del discurso. Nunca se detiene, nunca se repite. Es preciso que cambie a cada momento, porque dejar de transformarse es dejar de vivir. El gesto ha de animarse como ella. Ha de aceptar la ley fundamental de la vida, la de no repetirse nunca. Pero he aquí que un cierto movimiento del brazo o la cabeza se repite periódicamente siempre igual. Si lo observo, si basta para distraerme, si lo aguardo en cierto momento y llega cuando lo espero, tendré que reírme contra mi voluntad. ¿Por qué? Porque esto en presencia de un mecanismo que funciona automáticamente. No es ya la vida la que tengo delante, es el automatismo instalado en la vida y probando a imitarla. Es lo cómico.”

Henri Bergson

La risa: Ensayo sobre la significación de lo cómico

“En toda forma humana advertida el esfuerzo de un alma que modela la materia, alma infinitamente flexible, de movilidad constante, exenta de pesadez por no estar sometida a la atracción terrena. Esta alma comunica algo de su ligereza alada al cuerpo que la anima, le infunde lo que llamamos gracia. Pero la materia se resiste obstinadamente. Atrae a la actividad de ese principio superior, y le querría infundir su propria inercia y reducirlo a un puro automatismo. Querría fijar los movimientos inteligentes corporales transformándolos en contracciones estúpidas; solidificar en una perpetua mueca las movibles expresiones de la fisonomía; imprimir, en suma, a toda la persona tal actitud, que pareciese sumida y absorta en la materialidad de alguna ocupación mecánica en vez de renovarse sin descanso al contacto de un ideal lleno de vida.”

Henri Bergson

Analogy as a source of knowledge

“A striking example of two complicated sets of behaviour patterns evolving independently in unrelated species, yet in such a manner as to produce a great number of indubitable analogies is furnished by the behaviour of human beings and of geese when they fall in love and when they are jealous. Time and again I have been accused of uncritical anthropomorphism when describing, in some detail, this behaviour of birds and people. Psychologists have protested that it is misleading to use terms like falling in love, marrying or being jealous when speaking of animals. I shall proceed to justify the use of these purely functional concepts. In order to assess correctly the vast improbability of two complicated behaviour patterns in two unrelated species being similar to each other in so many independent points, one must envisage the complication of the underlying physiological organization. Consider the mini- mum degree of complication which even a man-made electronic model would have to possess in order to simulate, in the simplest possible manner, the behaviour patterns here under discussion. Imagine an apparatus, A, which is in communication with another one, B, and keeps on continuously checking whether apparatus B gets into communication with a third apparatus C, and which furthermore, on finding that this is indeed the case, does its utmost to interrupt this communication. If one tries to build models simulating these activities, for example in the manner in which Grey-Walter’s famous electronic tortoises are built, one soon realizes that the minimum complication of such a system far surpasses that of a mere eye.

The conclusion to be drawn from this reasoning is as simple as it is important. Since we know that the behaviour patterns of geese and men cannot possibly be homologous – the last common ancestors of birds and mammals were lowest reptiles with minute brains and certainly incapable of any com- plicated social behaviour – and since we know that the improbability of coincidental similarity can only be expressed in astronomical numbers, we know for certain that it was a more or less identical survival value which caused jealousy behaviour to evolve in birds as well as in man.”

Konrad Lorenz

El recuerdo del presente

“Como no puedo predecir lo que va a suceder, acepto que no lo sé; pero preveo que voy a haberlo sabido, en el sentido en que lo reconoceré al percibirlo: y este reconocimiento por venir, que siento inevitable en virtud del impulso tomado de principio a fin por mi facultad de reconocer, ejerce por adelantado un efecto retroactivo sobre mi presente, colocándome en la extraña situación de una persona que siente conocer lo que sabe que ignora.”

Henri Bergson

O Capital

“A mais-valia é produzida pelo emprego da força de trabalho. O capital compra a força de trabalho e paga, em troca, o salário. Ao trabalhar, o operário produz um novo valor, que nâo lhe pertence, mas sim ao capitalista. É necessário que trabalhe um certo tempo para restituir, unicamente, o valor do salário. Mas, feito isto, nâo pára e trabalha ainda durante mais algumas horas do dia. O novo valor que entáo produz, e que ultrapassa portanto o montante do salário, chama-se mais-valia.”

Karl Marx

La alegría

“Intentemos desentrañar en qué consiste una intensidad creciente de alegría o tristeza en los casos excepcionales en que no interviene ningún síntoma físico. La alegría interior tampoco es, igual que la pasión, un hecho psicológico aislado que ocupe primero un rincón del alma y gane poco a poco más lugar. En su grado más bajo, se parece bastante a una orientación de nuestros estados de conciencia en el sentido del porvenir. Luego, como si esta atracción disminuyera su gravedad, nuestras ideas y nuestras sensaciones se suceden con mayor rapidez; nuestros movimientos no nos cuestan ya el mismo esfuerzo. En fin, en la alegría extrema, nuestras percepciones y nuestros recuerdos adquieren una indefinible cualidad, comparable a un calor o a una luz, y tan nueva, que en ciertos momentos, volviendo sobre nosotros mismo, experimentamos como una nueva sorpresa de ser.”

Henri Bergson

La tristeza

“Mostraríamos sin dificultad que los diferentes grados de la tristeza corresponden también a cambios cualitativos. Empieza por no ser sino una orientación hacia el pasado, un empobrecimiento de nuestras sensaciones y de nuestras ideas, como si cada una de ellas se contuviera ahora toda ella en lo poco que da, como si el porvenir nos estuviera de algún modo cerrado. Y termina por ser una impresión de aplastamiento que hace que aspiremos a la nada y que cada nueva desgracia, al hacernos comprender mejor la inutilidad de la lucha, nos cause un placer amargo.”

Henri Bergson

La gracia

“Consideremos el más simple de ellos, el sentimiento de la gracia. Primero no es más que la percepción de una cierta soltura, de una cierta facilidad en los movimientos exteriores. Y como los movimientos fáciles son aquellos que se preparan unos a otros, terminamos por encontrar una soltura superior en los movimientos que se hacían prever, en las actitudes presentes en que están indicadas y como preformadas las actitudes por venir. Si los movimientos bruscos carecen de gracia es porque cada uno de ellos se basta a sí mismo y no anuncia a los nuevos que van a seguirle. Si la gracia prefiere las curvas a las líneas quebradas, es que la línea curva cambia de dirección en todo momento, pero cada nueva dirección estaba indicada en la que la precedía. La percepción de una facilidad para moverse viene a fundarse aquí, pues, en el placer depara en cierto modo la marcha del tiempo y detener el provenir en el presente.”

Henri Bergson

La esperanza

“Lo que hace de la esperanza un placer tan intenso es que el porvenir, de que disponemos a nuestro gusto, se nos aparece al mismo tiempo bajo una multitud de formas igualmente sonrientes, igualmente posibles. Incluso si la más deseada de entre ellas se realiza, habrá que hacer el sacrificio de las demás y habremos perdido mucho. La idea del porvenir, preñado de una infinidad de posibles, es, pues, más fecunda que el porvenir mismo, y por eso se halla más encanto en la esperanza que en la posesión, en el sueño que en la realidad.”

Henri Bergson