“La historia de la filosofía nos permite sobre todo asistir al esfuerzo sin cesar renovado de una reflexión que trabaja en atenuar dificultades, en resolver contradicciones, en medir con una aproximación creciente una realidad inconmensurable con nuestro pensamiento. Pero de vez en cuando surge un alma que parece triunfar sobre esas complicaciones a fuerza de simplicidad, alma de artista o de poeta, que se conserva cerca de su origen, que reconcilia, en una armonía sensible al corazón, términos tal vez inconciliables para la inteligencia. La lengua que habla, cuando pide prestada la voz a la filosofía. no es comprendida de igual modo por todo el mundo. Unos la juzgan baga, y lo es en lo que expresa. Los otros la sienten precisa, ya que prueban todo lo que ella sugiere. A muchos oídos solo aporta el eco de un pasado desaparecido: pero otros ya escuchan ahí, como en un sueño, el canto alegre del porvenir. (…)
¿Qué más audaz, qué más nuevo que venir a anuncia a los físicos que lo inerte se explicará por lo vivo, a los biólogos que la vida solo se comprenderá por el pensamiento, a los filósofos que las generalidades no son filosóficas, a los maestros que el todo debe enseñarse antes que los elementos, a los escolares que hace falta comenzar por la perfección, al hombre, más que nunca entregado al egoísmo y al odio, que el móvil natural del hombre es la generosidad?”
Henri Bergson