Lo que hice es lo que quería. Nada más, nada menos.
Aunque luego en el futuro piense que no quería haber hecho lo que al final hice de todos modos. A pesar de que ahora crea que no debía, se trata simplemente de lo que quería (y de lo que no quería). Las opciones, todas ilusiones son. La libertad, eufemismo de la voluntad. La culpa, coartada para la responsabilidad. El ayer y el mañana, sucedáneos del ahora.
No quiero tomar la decisión correcta, sino entender por qué ya he tomado la decisión que he tomado. Más importante que diagnosticar el motivo, quiero descubrir el plan. Me desapego de la causa “por qué” no hice esto o aquello, y me centro en el “para qué” simplemente hice lo que hice.
Aprender es darse cuenta de nuestra evolución, sintiendo que no es del todo nuestra. Da vértigo aceptar que el libre albedrío es un subproducto psicológico para suplir la falta de consciencia sobre la relación entre Yo y el Universo. Parece muy extraño dejar de luchar por esa idea llamada libertdad y asumir todo el poder de nuestra voluntad.
La libertad, para qué? Hágase mi voluntad!